Al cobijo de la noche, tu y yo sentaditos en la cama,
el sol que nos persigue ya no viene hasta mañana.
Cada día en un mucho hay un poquito que merece ser guardado como oro.
Es como si los dos quisieramos jugar a ese juego, sin tener que discutir las reglas.
Y es que en mi cama está prohibida la rutina,allí no hay religión que nos reprima,ni Dios que nos condene al infierno de su ira,no somos de mentira, los pecados son instintos que deliran...


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