Salomé era lo que podría definirse como el álter ego de Guillermina; eran dos polos opuestos y a la vez complementarios. Eran como esa especia de sensación de tener hambre sin la cual la comida no es lo mismo.Ya no sabían ni importaban los años que llevaban siendo mejores amigas, si bien en los momentos de revival sentimental solían hablar de "Tiempos de la Guerra" para marcar el inicio de aquella relación.
La verdad, llevaban compartidos tantos novietes, tantos alquileres, tantos paquetes de tabaco, y tantos (tantísimos) zapatos que resultaba imposible datar aquello.


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